En la era digital, nuestras vidas están intrínsecamente entrelazadas con una huella digital que perdura más allá de nuestra existencia física. Desde perfiles en redes sociales hasta historiales médicos en línea, nuestras actividades en la web dejan una marca permanente que puede persistir incluso después de nuestra muerte. En este contexto, surge una cuestión ética y legal fundamental: ¿tenemos derecho a que nuestra huella digital sea borrada al fallecer? Este es el núcleo del Derecho al olvido post mortem.
El debate sobre el Derecho al olvido post mortem se sitúa en la intersección de la privacidad, la memoria y la autonomía digital. Por un lado, está el derecho a preservar la privacidad y la dignidad de los difuntos y sus familias. Por otro lado, se encuentra el interés público en preservar la memoria histórica y el acceso a la información.