Es indiscutible que las nuevas tecnologías y servicios nos ofrecen múltiples ventajas y a día de hoy casi se podría afirmar que no podemos imaginarnos la vida de otra forma. Pero, en ocasiones, se utilizan también como una vía de propagar formas de violencia que promueven la humillación pública de las víctimas, dañando gravemente su privacidad, intimidad y derecho al honor.
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